Maldivas, un paraíso con el agua al cuello

Se imaginan, amigos lectores, que vivieran en un país con fecha de caducidad. Que ese país donde deberían crecer sus hijos o sus nietos no esté claro que exista dentro de unos pocos años. Pues esa es la situación en la que viven los 400.000 habitantes de las Islas Maldivas en el Océano Índico. Impresiona cuando uno pisa estas islas por primera vez, como no es la playa la que entra en el mar como es habitual, sino que es el mar el que se echa literalmente encima de la playa. En las habitaciones de los hoteles no te dejan un albornoz o zapatillas, sino un chaleco salvavidas.

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Las Maldivas es el país más bajo del mundo, con una altura máxima de dos metros sobre el nivel del mar, formado por una veintena de atolones con 1.200 pequeñas islas. Será el primer país de todo el planeta que desaparezca por efecto del calentamiento global, el deshielo de los casquetes polares y la subida del nivel del mar, que acabará tragándoselo.

Los habitantes de estas islas tienen en el mar su medio de subsistencia. El turismo se ha convertido en su principal motor de desarrollo hasta convertirlo en uno de los países más ricos de Asia, aunque el 40% de la población vive con menos de un dólar al día. La pesca es el sector al que se dedica la mayor parte de la población activa. Pero también del mar llega su gran amenaza.

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Una palabra muy de moda en Occidente, sostenibilidad, para los habitantes de Maldivas se ha convertido en cuestión de vida o muerte, de ser o no ser. Sus dos principales fuentes de recursos, el turismo y la pesca, están siendo desarrollados bajo ese principio fundamental. Maldivas ha decidido controlar ,a través de la exclusividad, su desarrollo turístico para hacerlo compatible con el respeto al medio ambiente. Nociones de pesca han llegado a incluirse en los currículos de los escolares para conseguir a través de la educación el respeto del sector a la conservación del entorno.

Maldivas es es el primer país del mundo que dejará de emitir gases de efecto invernadero en 2020, y todas sus necesidades energéticas serán cubiertas con energías renovables, en un intento de hacer una llamamiento desesperado a la comunidad internacional.

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Y es que Maldivas depende para seguir existiendo del cumplimiento de los tratados y compromisos internacionales para frenar el calentamiento global. Si en lugar de estar en riesgo este pequeño país perdido en un rincón del Índico, lo estuviera EEUU, Alemania o Rusia, estaríamos hablando del principal problema de la humanidad. En los últimos días se ha producido una buena noticia en la reunión del G7. Los países más poderosos se han comprometido en Suiza a mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados que los científicos creen que es la frontera que nos separa del desastre. Veremos si esta vez los hechos acompañan a las palabras después de tantos incumplimientos.

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Maldivas depende del compromiso de todos para frenar el calentamiento del planeta para su propia supervivencia, pero en el fondo, quien se la está jugando es la humanidad entera. En esta partida todos perdemos, porque primero será Maldivas quien sea borrada de los mapas, pero si eso se produce, los científicos coinciden en que ya no habrá marcha atrás, y tras este pequeño archipiélago irán desapareciendo otras zonas costeras del planeta.

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Un planeta que no puede permitirse prescindir de zonas tan ricas en biodiversidad como son las Maldivas. Estas pequeñas islas coralinas son un paraíso de aguas turquesas, playas de arenas blanquísimas y una riquísima fauna submarina. Tan solo el 1% de la superficie del país está por encima del nivel del agua, el 99% de su superficie está ya sumergida bajo un mar que esconde tesoros inimaginables con una explosión de vida que admite pocas comparaciones con otras zonas del mundo.

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Maldivas es el primer lugar del mundo donde la humanidad se examina, y donde debe demostrar si es capaz de frenar su propia autodestrucción. De momento, en el paraíso se está ya con el agua al cuello.