9 de marzo, reiniciamos

Hacía más de una década que este país no tenía ni un solo día del que sentirse orgulloso, más de diez años de pesimismo y desilusión. Las mujeres han logrado que volvamos a sentirnos dignos y a pensar que puede haber esperanza. España ocupa hoy páginas en la prensa internacional y no nos utilizan para hablar de corrupción o de recortes. Las fotos son de cientos de miles de mujeres que ayer tomaron las calles con un grito feminista que nos reconforta como país cuando teníamos la autoestima por los suelos. Las calles volvieron a hervir de rebeldía y desafío, de hartazgo y ciudadanía como en los tiempos del “No a la Guerra”, como cuando los pueblos se levantan convencidos de que tienen la razón.

Que gusto volver a ver manifestaciones sin banderas ni patrias, solo gente, muchas, muchísimas mujeres y bastantes hombres, soñando con un mundo más igual, más justo y más libre. Que gusto volver a ver manifestaciones que no van contra nadie, sino que son a favor de todos, porque la causa de las mujeres es la causa de todos, su victoria es nuestra victoria.

Ellas han demostrado que sin ellas el mundo se para, lógico ya que solo ellas lo pudieron poner en marcha. Hoy las mujeres volverán a sus puestos, en los hospitales, en las escuelas, en los cuarteles, en las fábricas, en las oficinas, en los despachos, en los puertos, en las televisiones y por supuesto en sus casas, y el mundo seguirá siendo igual de injusto con ellas. Pero nada debería ser igual después de este 8 de marzo para la historia.

Las mujeres han mostrado su fuerza, a los hombres nos toca reflexionar. El siglo XXI en este país pudo comenzar ayer. El 9 de marzo debe ser el primer día de una nueva era. En un mundo complejo y en perpetua convulsión la humanidad ha demostrado que no puede prescindir de ninguna mitad, es un lujo que no nos podemos permitir como sociedades.

La mujeres han parado, y hoy son imprescindibles para volver a poner en marcha las vidas de todos. Este 9 de marzo debe ser el día de capitalizar lo conseguido ayer y demostrar que es el momento en que juntos, mujeres y hombres, pensionistas y trabajadores, abuelos y nietos, estudiantes y obreros, padres e hijos, nos pongamos manos a la obra para que empiecen a pasar cosas.

Solo juntos se podrán acometer los cambios para que ni una mujer ni un hombre vuelvan a no poder hacer huelga porque tienen miedo a perder su empleo, para que ninguna mujer y ningún hombre tengan trabajos precarios e indignos, para que no haya más religión que la igualdad, para que todas las mujeres y todos los hombres tengan acceso a una educación que acabe con que unos piensen que son más que otros y todos desarrollen al máximo sus capacidades sin depender del sexo, del dinero o del lugar de nacimiento, para que mujeres y hombres sepan que hay una justicia que les permita vivir sin miedo y garantice su plena libertad, para que los techos de cristal solo sirvan para ver estrellas, que el único miedo por la noche camino de casa solo sea a no encontrar taxi y se tapen las brechas salariales, para que nos lideren los mejores sean del sexo que sean, para que siempre llegue más lejos el que más se lo merece, para que las injusticias ni lleven pantalones ni faldas, para que hombres y mujeres siempre caminen al lado y nunca uno detrás del otro, para que nadie se crea dueño de otro y todos compartan responsabilidades y tareas. Ojalá no haya que esperar otra vez más de una década para volver a vivir un día en que nos podamos sentir orgullosos como sociedad.